martes, 6 de marzo de 2012

Las horas contadas


Marieta es blanca, pálida, con el pelo plateado y los ojos azules, huidizos. Mukhat es recio, negro como el ébano y coronado con unas rastas pulcramente sujetas por un elástico negro.  Mukhat le da de comer cada día. Limpia con dulzura la comida que se desliza continuamente por su barbilla, porque Marieta no para de hablar mientras come. Ella teje historias que recuerdan los nietos que no tuvo y esa juventud que a veces retorna brillante a sus ojos. Mukhat sonríe, le escucha y susurra: - Sí, pequeña Akai.
Supe que Akai es el término con que los jóvenes se dirigen a los ancianos en Gambia,  significa “biblioteca”. Y también supe que cuando Mukhat fue deportado, Marieta dejó de hablar

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