HAMBRIENTA
En un instante efímero,
lamiendo su mano, supe
del hambre que su alimento
no sacia.
Del hambre que me sustenta
y me devora.
Ahora vadeo lagos negros.
Araño con uñas negras.
Mastico los bordes cóncavos
de un mundo sin Él.
Eternamente hambrienta.
SU SILENCIO
Su silencio me viste
cada mañana.
Y así voy por la vida,
entre el café y el sueño,
embriagada de palabras
ausentes.
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