Me hablaron, una vez, de los cielos.
Se abrían como tu boca, suaves e implacables.
Tendían puentes, levaban anclas,
regalaban alas tornasoladas para acudir a su encuentro.
Urdían tramas, que jugamos como peones negros,
a oscuras.
Me hablaron, una vez, de los deseos.
De las pinzas de cristal que sujetan las razones
rotas en un suave tintineo a merced del designio de la pasión.
Me hablaron una vez de ti y olvidé el resto.
Se abrían como tu boca, suaves e implacables.
Tendían puentes, levaban anclas,
regalaban alas tornasoladas para acudir a su encuentro.
Urdían tramas, que jugamos como peones negros,
a oscuras.
Me hablaron, una vez, de los deseos.
De las pinzas de cristal que sujetan las razones
rotas en un suave tintineo a merced del designio de la pasión.
Me hablaron una vez de ti y olvidé el resto.
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