A las tres de la tarde el sol golpeaba duramente a los fieles congregados en torno a la Virgen de los Peligros. Todos los miembros del pueblo rodeaban a la Santa Patrona, mientras los mozos la portaban en andas desde la iglesia a la ermita en lo alto del monte. Tras muchos meses de severa sequía, el cura había consentido en sacar a la Virgen en procesión.
A los tres días, las lluvias torrenciales causaron quince muertes y anegaron los campos de cultivo. Entonces Don Senén, el cura, recordó por qué la Santa Patrona permanecía en una capilla bajo llave y por qué hacía más de medio siglo que no se había hecho ninguna procesión en el pueblo.
Me alegra encontrarte en este acogedor rinconcito de la red. Me gusta lo que veo; amenazo con volver. Un abrazo, preciosa.
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