domingo, 27 de mayo de 2012

Y el verbo se hará carne...





Es cierto, cierto. Hay un desgarro allá donde no estás, como si el tiempo aterido de frío hubiera cortado ese retal para refugiarse de sí mismo. Es tan cierto, como las sombras que escapan cada mañana, buscándote tras la soledad de los cristales, tras los árboles acabados de invierno. Como los dedos que ignorantes se aferran al filo sordo de un sueño errante. Sembrando, goteando. 

Ya sueño con la primavera. Con el primer aliento. Con otro sorbo de sangre y de vida para mis venas frágiles, tibias. Devolverás el color a mis mejillas. Dejaré de ser nívea. Me volveré oscura, redonda, eterna. Moldeada al auspicio de tu perfil y a la letanía de tu voz. Como la oración que le da sentido a las cruces, todo cobrará, finalmente, un sentido. Y el verbo se hará carne. 






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